Este es un asunto controvertido, que provoca reacciones airadas
y muchas veces irreflexivas.
Podríamos considerarlo casi como un tema tabú en nuestra
sociedad, pues nos enfrenta con una de esas “verdades inviolables” y comúnmente
aceptadas que sostienen el Sistema en pie.
Y todo arranca de una pregunta bien simple…
¿Cómo gana dinero un
médico o un farmacéutico?
Y es que responder a esta pregunta nos lleva de cabeza a una
de las paradojas más absurdas del mundo actual.
Pues resulta que tu médico o tu farmacéutico solo ganan
dinero cuando estás enfermo.
De hecho, toda la industria de la medicina y la farmacia
ganan dinero gracias a la enfermedad.
Llegados a este punto, una mente con una mínima capacidad de
raciocinio debería preguntarse: si la medicina y la farmacia ganan dinero con
la enfermedad ¿qué interés pueden tener estas grandes industrias en que estemos
sanos?
Es un argumento tan lógico y obvio que resulta indignante y
incluso descorazonador que nadie quiera aceptarlo como una realidad.
Para comprender mejor las implicaciones de este razonamiento,
profundicemos un poco más, utilizando la lógica más simple.
Si relacionamos el negocio de la medicina y la farmacia con
el estado de sus pacientes, veremos que sus ganancias se dirimen a través de 3
ecuaciones básicas:
ENFERMO = DINERO
SANO = POSIBLE GANANCIA
FUTURA
MUERTO = GANANCIA NULA
Eso dibuja 2 esquemas de negocio básicos:
A-En el primero, se gana dinero gracias a la
alternancia cíclica en el estado Sano-Enfermo de los pacientes. A mayor
frecuencia en la aparición del estado “enfermo”, mayores oportunidades de
ingreso cíclicas.
B-En el segundo, aún más óptimo, se gana dinero
gracias a la enfermedad continuada en el tiempo, es decir, a la enfermedad
crónica.
En ambos casos, es esencial ofrecer la suficiente calidad de
vida al paciente para que siga sufragando el tratamiento y ante todo, evitar o
posponer su muerte, pues ésta significaría el fin de los ingresos.
Queda claro pues, que la salud completa, en ningún caso
implica ganancias.
En cambio, la enfermedad, siempre las garantiza.
Sabemos que éste es un argumento chocante, pero por más
vueltas que le demos, es la pura realidad.
Quizás deberíamos dejar de calificar a la medicina y a la
farmacia como “ciencias de la salud” y empezar a llamarlas “ciencias de la
enfermedad”, ¿no?
Evidentemente, no estamos diciendo que los médicos no se
interesen por la salud de sus pacientes o que promuevan la proliferación de
enfermedades.
Los médicos, como personas y como profesionales quieren lo
mejor para sus pacientes y aplican todos sus conocimientos, procedentes de la
educación recibida, en devolver la salud a las personas enfermas.
Pero la clave reside precisamente aquí. En la educación
recibida por parte de los médicos. Es decir, en cómo se les han transmitido los
conocimientos.
Porque lo cierto es que desde que acceden a la facultad de
medicina, son entrenados y educados para formar parte de la industria
médico-farmacéutica y adaptarse a sus lógicas de funcionamiento, de la misma
forma que un soldado es entrenado y educado para formar parte de un ejército y
adaptarse a sus lógicas de funcionamiento.
Siguiendo estas mismas lógicas, la industria farmacéutica
gana inmensas cantidades de dinero gracias a la enfermedad, de la misma manera
que la industria armamentística gana inmensas cantidades de dinero gracias a la
guerra.
Y llegados hasta aquí, ¿no resultaría muy ingenuo pensar que
la industria farmacéutica promueve la salud? ¿O es que acaso alguien imagina a
un fabricante de armas promoviendo la paz en el mundo?
Como vemos, la relación y la influencia que ejerce la
industria armamentística sobre el mundo militar, es análoga a la que ejerce la
industria farmacéutica sobre el mundo de la medicina. Ambas industrias
instrumentalizan a aquellos que “usan sus productos” en el ejercicio de su
desempeño profesional.
No es disparatado pensar que utilizarán parte de su inmenso
poder económico en influir en la educación o programación de los médicos y los
farmacéuticos, aquellos que el día de mañana deberán seguir garantizando que el
esquema de negocio continúe.
Así pues, es lógico pensar que todo el conocimiento relativo
a la medicina y a la farmacia está orientado para adaptarse a la lógica de
negocio “enfermedad=dinero”.
Sin duda habrá lectores que se estarán tirando de los pelos
de la cabeza.
Para empezar, porque aceptar esta realidad choca con sus
concepciones más profundamente arraigadas.
Sería tanto como admitir que la ciencia puede pervertirse por
amor al dinero. Algo inconcebible en la mente inocente de muchas personas, que
creen que el mundo de la ciencia es algo puro e incólume, poblado por hombres
sabios e íntegros que como ángeles ataviados con batas blancas, ponen su
intelecto al servicio del bienestar humano de forma desinteresada.
A estas personas, deberíamos recordarles que TODAS las armas
del mundo, tanto convencionales como de destrucción masiva han sido creadas por
científicos. TODOS los desastres ambientales, desde los vertidos petrolíferos
hasta la contaminación química o radiactiva, habrían sido imposibles sin la
implicación directa del mundo científico, al servicio de la codicia más
desenfrenada.
El mundo de la ciencia no está formado por seres superiores,
sino por personas normales, tan corruptas, codiciosas e inconscientes como lo
pueda ser cualquier otro colectivo humano.
Pero volvamos a centrarnos de nuevo en el mundo de la
medicina y en la perversa lógica “enfermedad=dinero” y a los argumentos que
pueden esgrimirse en contra de ésta afirmación.
Sin duda, habrá muchas personas que afirmarán que: “la
enfermedad es consustancial a la vida humana y a la naturaleza y que la
actividad de la medicina consiste, precisamente, en luchar contra la
enfermedad”
Es decir, concluirán que el cometido de las industrias médica
y farmacéutica es luchar contra las enfermedades y que por lo tanto, de forma
lógica y natural, la inevitable aparición de la enfermedad reporta beneficios a
ambas industrias, sin que ellas tengan la culpa de ello.
¿Pero sería posible que la medicina y la farmacia centraran
sus esfuerzos y su negocio en la salud y no en la enfermedad?
Vamos a razonarlo.
Para que este modelo fuera factible, el médico solo debería
ganar dinero mientras el paciente estuviera sano.
Y dejar de ganarlo mientras estuviera enfermo.
Las 3 anteriores ecuaciones del negocio médico-farmacéutico
se transformarían en las siguientes:
ENFERMO = GANANCIA NULA
SANO = DINERO
MUERTO = GANANCIA NULA
Así, el médico centraría sus esfuerzos en que sus pacientes
mantuvieran la salud todo el tiempo, previniendo la enfermedad antes de que
ésta apareciera y por lo tanto estudiando y atacando sus causas y no sus
consecuencias.
Y en el caso de que el paciente cayera enfermo, el médico se
esforzaría en devolverlo lo más pronto posible a su estado saludable, para
volver a ganar dinero con él y mantener su prestigio profesional.
El papel del farmacéutico sería complementario y consistiría,
básicamente, en suministrar aquellos productos necesarios para fortalecer y
prolongar la salud del paciente, y en su caso, los necesarios para combatir la
enfermedad cuando ésta apareciera.
Como podemos deducir, según este modelo, el farmacéutico
estaría más relacionado con el mundo de la nutrición que con el de la química.
Esta forma de funcionar, que a mucha gente le puede parecer
fantasiosa, ya ha funcionado con anterioridad.
Recordemos que en la antigua China, los médicos cobraban un
salario por mantener sanos a sus pacientes y dejaban de percibirlo cuando éstos
enfermaban, hecho que repercutía negativamente en su prestigio profesional y por
lo tanto, en sus ganancias.
¿Te parece, pues, un
modelo absurdo?
¿Más absurdo que una industria médico-farmacéutica que sólo
gana dinero cuando estás enfermo?
Evidentemente, tal y como está estructurada nuestra sociedad
actual, este modelo resulta muy difícil de aplicar, a pesar de resultar mucho
más lógico y potencialmente beneficioso para el paciente.
Y llegados aquí, quizás deberíamos preguntarnos: ¿porqué
desde sus inicios la medicina optó por un modelo en el que la ganancia se
asocia a la enfermedad y no a la salud?
Y la respuesta no puede ser más triste: todo gira alrededor
del poder.
La enfermedad es un período excepcional de crisis en la vida
de una persona, en la que el enfermo, desesperado, se muestra dispuesto a ceder
o pagar lo que sea necesario para salvar su vida y el médico se erige en la
única figura con capacidad para conseguirlo.
Por esa razón la medicina centra su actividad en la
enfermedad, porque es la situación crítica que implica mayor acaparamiento de
poder y autoridad, fluyendo desde el paciente hacia el médico.
Lo hemos visto a lo largo de la historia, donde incluso reyes
y emperadores se han inclinado ante sus galenos.
En cambio, si la medicina centrara sus esfuerzos en mantener
la salud del paciente, la situación de crisis asociada a la enfermedad correría
en contra del médico, pues durante su transcurso perdería prestigio social y
desaprovecharía esa oportunidad única en la que el enfermo está dispuesto a
conceder mayor dinero, poder y autoridad a su médico.
Por lo tanto, la medicina no ha evolucionado alrededor del
concepto de salud; lo ha hecho alrededor de la autoridad y el prestigio social.
Y de las ganancias que éstos acarrean.
Y estos beneficios solo se pueden obtener a través de la
enfermedad.
Un funcionamiento completamente opuesto al que debería ser.
Ésta es la gran contradicción de la medicina.
Se basa en mecanismos tan simples que cualquier persona puede
entenderlos.
Sin embargo y a pesar de tenerlo enfrente de nuestras
narices, el mundo sigue cerrando los ojos a ésta realidad tan obvia.
Y es que el mundo no está lleno de ciegos, sino de personas
que no quieren abrir los ojos…
Fuente: https://gazzettadelapocalipsis.com/2014/10/14/la-gran-contradiccion-de-la-medicina-que-nadie-quiere-afrontar/